Madrid.
Esta ya no es la ciudad que dejé, la que fue la “ciudad de mis amores”, la
mejor ciudad del mundo. No significa que no pueda volver a serlo, pero nos
tendremos que ganar la una a la otra. Y sospecho que esta vez no habrá
enamoramientos como el de los 18 años. No dudo que lleguemos a un estado de
perfecto entendimiento, e incluso vuelva la relación de amor odio que me
enganchó tantos años. Cero contradicciones, Madrid es así. O era así. Me
encantaba vivir inmensa en su asfalto hasta llegar al hartazgo total y
necesitar volar en mi coche hacia Almería para oxigenarme frente al mar entre
los míos. Así era Madrid, tenía la amabilidad de dejarme Almería al alcance de
la mano. Ninguna otra ciudad tuvo esa virtud.