31 de octubre de 2014

ISABEL

Hay muchos días que marcan el camino al lidiar con una enfermedad terminal que va tomando poco a poco a un hijo. Muchos padres hablan del día del diagnóstico, pero hay otros días que quedan marcados en la memoria para siempre, que no responden a ningún evento singular. Recuerdo perfectamente la última vez que Isabel dijo “Mamá”. Un sol austral y cambiante, como queriendo ser de primavera pero con luces invernales aún se colaba por el ventanal de nuestro salón, provocando un efecto cristal en sus ojos oscuros, haciéndolos parecer casi negros. Reía y jugaba con algún trabajo manual que acababa de traer de la escuela, desparramaba su merienda por la mesita del salón, me mirada divertida como esperando que empezase algún juego y me dijo “Mamá”. Pronunció esa palabra cuando ya empezaba a ser difícil escucharle decir dos sílabas seguidas.